HISTORIA DE LA CAPRINOCULTURA

Las primeras evidencias de la existencia de la cabra datan del Neolítico, sin embargo su relación con el ser humano se remonta hasta 8000 años A.C. en pinturas rupestres encontradas en los montes Sagros, situados en el suroeste de Asia, pero aún está oscuro el inicio de su domesticación. A pesar de la antigüedad de su relación con el hombre, la cabra no ha evolucionado tanto como lo han hecho los otros rumiantes domésticos, por lo que conserva ciertas características anatómicas, fisiológicas y de comportamiento, como vestigios de su origen salvaje.

Desde la más remota antigüedad, la cabra ha aportado al humano carne y leche para alimentarse, piel y pelo para confeccionar su vestimenta, e incluso inspiración poética y religiosa. En la literatura antigua del Medio Oriente y Europa son frecuentes las referencias a las cabras asociadas con objetos de culto; así, entre los griegos, Amaltea fue la cabra nodriza de Zeus. La cubierta del tabernáculo se tejió con pelo de cabra en recuerdo de la aparición de Yahveh a Moisés en el monte Sinaí, acompañada de rayos y truenos (Corcy, 1993). 

La cabra pertenece a la tribu Caprini de la familia Bovide, del sub orden Ruminantia. En los Caprini destacan los géneros Capra y Ovis, a los cuales pertenecen las cabras y las ovejas, respectivamente; existen otros géneros de la misma tribu, como el del borrego azul (Pseudois), el audal o barbari (Ammotragus) y la cabra de las montañas Rocallosas (Oreamnos), con más parecido a un antílope (Mason, 1981a). 

Historia producción caprina Las cabras se adaptan a mayor amplitud de condiciones climáticas y geográficas, que cualquier otro tipo de ganado; por ello son manejadas en sistemas de producción nómada, trashumante, extensivo o bajo confinamiento total (Smith y Sherman, 1994).

Se estima que en el mundo hay 703.146 millones de cabras, de las cuales el 66% está en Asia, 26% en África, 2.5% en Europa, 1.8% en Sudamérica, 1.5% en Norteamérica (México, Canadá y EE.UU.), y 0.6% en Oceanía (Australia y Nueva Zelanda). Aproximadamente el 6% de las cabras se encuentran en paí- ses desarrollados y 94% en países en desarrollo (FAOSTAT, 2001).

Las cabras y ovinos tienen la capacidad de transformar forrajes de diferentes tipos, aún los de mala calidad como la paja de cereales, residuos. Por su gran adaptación, los ovinos pueden ser criados en todos los climas,aunque para ello será necesario elegir la raza o tipo de animal más adecuado para una región dada.


La cría de ovinos y caprinos proporciona múltiples productos a la familia: carne que contienen proteínas de alta calidad y que puede cubrir los requerimientos proteicos y de hierro en los niños; leche para la elaboración de queso; lana, pelo y estiércol. Las cabras lecheras producen más leche que las cabras normales. 

Su leche es una fuente excelente de proteína animal que puede ser consumida por los niños y la familia en forma de leche fresca o transformada en queso. Las cabras lecheras también pueden contribuir a los ingresos de la familia a través de la venta de leche o excedencias de quesos, estiércol, carne y cueros. Criando una especie de menor tamaño como la cabra u oveja, una familia puede acceder a una producción lechera artesanal con mayor libertad de espacio que con una vaca. 

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